Proyecto



El programa del concierto incluye dos obras del compositor Julen Ezkurra sobre textos de San Juan de la Cruz: la estrofa Vivo sin vivir, perteneciente a las Coplas del Alma y diversas estrofas del Cántico espiritual.
Vivo sin vivir es un poema basado en una letrilla que ha mutado a lo divino. Tanto Santa Teresa como San Juan acercan su poética al misterio, a la búsqueda de la Vida más allá de la muerte. El compositor ha escogido el texto procedente de San Juan de la Cruz.
La orientación temática de la primera parte del Cántico espiritual es la búsqueda del objeto amado, que aun no puede revelar su presencia, pero que deja huellas por doquier: en los bosques, flores, prados de verdura, espesuras…Tampoco puede ser trasmitida a través del lenguaje y solo se aprecia como tímida insinuación: “un no sé qué que queda balbuciendo”. Inspirado en el Cantar de los Cantares, es una historia de amor humano como símbolo del amor divino de Cristo con su Iglesia.

Para facilitar la comprensión de los textos, el público asistente contará con un programa de mano con las estrofas escogidas por el compositor sobre los versos de San Juan de la Cruz.
La segunda parte el concierto se inicia con la interpretación de los números 1, 2 y 3 del primer cuaderno de Música callada, de Frederic Mompou a cargo del pianista Alejandro Zabala. El compositor escribió en la edición francesa de esta obra el siguiente comentario: “El gran poeta místico San Juan de la Cruz canta en una de sus bellas poesías: La música callada, la soledad sonora. Resulta bastante difícil traducir y expresar el verdadero sentido de Música callada sin utilizar el recurso de la lengua, es necesario expresar la idea de una música que sería la voz misma del silencio, es decir, que se calla en tanto la soledad se torna en música”. Ahí radica el misterio, oír esa voz callada que solo habla al espíritu y el silencio que implica. Ese es el reto: escuchar las pausas para oír cómo suena el silencio. Escucharlo en nuestra propia alma. Resonancias, disonancias de la misma vida. Música en estado puro.
Esta música callada da paso a la segunda parte del Cántico espiritual, en la que se produce la aparición del objeto amado y su identificación. El universo del Amado se puede percibir pero no racionalizar. Se produce el encuentro entre el amado y la esposa. La estrofa XXXVI, Gocémonos Amado, (que pondrá fin al concierto) engarza el Cántico espiritual con la metáfora bíblica del hortus conclusus, que en este caso, ha dejado todo contacto con el exterior para penetrar en la dimensión simbólica como objeto, propiedad del esposo y la esposa.




Programa



San Juan de la Cruz nació en Fontiveros, provincia de Ávila, hacia el año 1542 y murió en Úbeda el año 1591. San Juan es la figura más significativa de la poesía mística española y uno de los mejores poetas de nuestra lengua a pesar de la escasez de su obra. Cursó estudios de teología y fue ordenado sacerdote en 1567. Fue discípulo, gran amigo y colaborador de Teresa de Jesús, con la que emprendió la reforma de la orden carmelitana, pero las rivalidades entre los carmelitas calzados y los descalzos le llevaron a prisión en Toledo en 1578. Concibió entonces las treinta primeras estrofas de su Cántico. Las diez últimas fueron redactadas en Baeza y en Granada durante los años siguientes.
Consideraba que la poesía como un medio para la expresión de lo inefable, por eso sus composiciones resultan a veces poco asequibles. En él se funden el éxtasis religioso, la inspiración poética, la riqueza de imágenes y el simbolismo. Su poesía ha sido interpretada a lo largo de los siglos de múltiples maneras, pero ha cosechado siempre consenso en cuanto a su altísimo valor poético.
Centrándonos ya en el Cántico, hay que señalar que existen dos versiones conocidas de él: el Cántico A que tiene 39 estrofas, y el Cántico B, más tardío y reelaborado por el autor con fines pedagógicos, que posee una estrofa más.
Quizá sea la existencia de estas dos versiones uno de los aspectos del Cántico que merece mayor mención, precisamente por el amplio debate que en torno a ellas se creó y que todavía en nuestros días no está cerrado. Una parte de la crítica considera que el Cántico B es el que tiene verdadero valor porque está modificado por el propio San Juan, mientras que otro sector opina que el Cántico A es el verdaderamente importante porque no está sometido a cambios ni explicaciones. Esta primera versión se conserva pura, tal como su autor la ideó.
En esta segunda línea que apoya el Cántico A, se encuadra Domingo Ynduráin. Lo que viene a decir el editor es que para él es mucho más importante la tradición textual del Cántico sin las notas explicativas porque considera que esa segunda versión es ya un primer ruido filológico, contratexto que oculta la verdadera esencia de lo que es el Cántico primitivo. Son unas notas que no pretenden explicar el texto desde un punto de vista literario, ni siquiera religioso ni teológico, sino que nos ofrecen una lectura ortodoxa del mismo, lo que puede hacernos sospechar sobre su carácter ilegítimo. No podemos olvidar que la Inquisición ejercía una gran presión sobre los autores literarios, de manera que un texto como el Cántico, sin esas notas posteriores, podía haber sido causa más que suficiente para llevar a su autor a la cárcel o, incluso, a la muerte.
La obra de San Juan de la Cruz está imbuida de un gran misticismo simbolista y posee un ritmo ágil. Está impregnada del estilo típico de la poesía bucólica y pastoril. Inspirado en el Cantar de los Cantares atribuido a Salomón, el Cántico está escrito a base de liras en las que se alternan versos heptasílabos y endecasílabos que lo dotan de una profunda musicalidad.
San Juan combina e integra elementos de las más distintas procedencias, lo que dispara la imaginación en múltiples direcciones al mismo tiempo, deja al lector indeciso y con la conciencia vacilante respecto al criterio que debe seguir para adecuar estos escritos a uno de los modelos conocidos y canónicos. Es una ambigüedad que se traduce en riqueza de referencias, múltiples y simultáneas, y que no solo se da en relación con los literarios sino que también aparece en el sentido de una frase o estrofa considerada en sí misma. Sus poemas tienen huellas de Garcilaso de la Vega y están perfumados de un cultismo italianizante.
Los reformadores carmelitanos recogieron elementos temáticos y esquemas formales del arte de glosar identificado en la tradición castellana del siglo
XVI. A partir de estos sustratos profanos de tradición popular y trovadoresca se derivó a una poesía espiritualizada.
El Cántico es una historia de amor humano como símbolo del amor divino del amor de Cristo con su Iglesia.